Ignorando el clásico puño levantado del Movimiento Al Socialismo (MAS) con la palma de mano en el pecho, vestido impecablemente, este domingo 8 de noviembre, Luis Arce Catacora, economista de profesión jura como el sexagésimo séptimo presidente ‘electo’ del Estado Plurinacional de Bolivia.
Arce Catacora nació el 28 de septiembre de 1963 en la ciudad de La Paz. Su padre fue Carlos Arce Gonzales quien era profesor y su madre es Olga Catacora también profesora. Arce creció en una familia de clase media, comenzando sus estudios escolares en 1968 y saliendo bachiller el año 1980 en su ciudad natal. Continuó con sus estudios superiores ingresando a estudiar en el Instituto de Educación Bancaria (IDEB) de la ciudad de La Paz, graduándose inicialmente como contador general el año 1984.7.
En 1986, Arce ingresó a la Facultad de Ciencias Económicas y Financieras de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), titulándose como economista de profesión en 1991.7 Entre los años 1996 y 1997 obtuvo un Máster en Ciencias Económicas (MSc in Economics) de la Universidad de Warwick en la ciudad británica de Coventry.
El nuevo presidente, en el largo periodo de gobierno de Evo Morales fue ministro de Economía y Finanzas Públicas, con un intervalo por motivos de salud entre el 2015 y 2019. Dicha cartera de Estado lo ocupó en dos ocasiones; la primera vez desde el 23 de enero de 2006 hasta el 24 de junio de 2017 y la segunda vez desde el 23 de enero de 2019 hasta el 10 de noviembre de 2019.
Algunos analistas e historiadores, en más de una década junto al gobierno de Morales, le atribuyen a Arce como el impulsor y artífice del crecimiento económico de Bolivia suscitado entre 2006 y 2019.
Sin embargo, en el corto periodo de gobierno de transición de Jeanine Añez, los mismos analistas y la oposición al MAS, desnudaron que el periodo donde Arce fue ministro se registró en el país un periodo de extraordinaria bonanza económica como efecto de los buenos precios de las materias primas.
Ante esa situación, señalan los expertos como el economista Germán Molina, esa bonanza económica no fue adecuadamente aprovechada y al contrario registró cifras millonarias de despilfarro, un alto nivel de gasto público y una corrupción sin atenuantes en diversas instancias de las empresas públicas, que durante ese periodo se crearon sin mostrar números positivos hasta hoy. Al contrario, se creó notables debilidades en salud y educación, sobre todo como las carencias del sector salud ante la pandemia de COVID-19 en Bolivia.